Se suele utilizar con frecuencia el procedimiento de clases de equivalencia para estudiar las relaciones que establecen las personas entre estímulos que inicialmente eran arbitrarios. Cómo se produce este aprendizaje y de qué manera influye en el comportamiento de las personas, sobre todo en el lenguaje, cobra bastante interés. Esto se debe a que es un tipo de conducta novedosa que implica, generalmente, reglas verbales, y de la que se derivan otras conductas no entrenadas previamente.
Las relaciones de equivalencia se definen mediante estímulos que aparentemente no guardan relación entre sí, y que cuando se crea una relación entre ellos es totalmente arbitraria. Lo curioso de este tipo de aprendizaje es que al entrenar soló una relación (AB o BC), se derivan otras no entrenadas previamente (Sidman, 1982). La relaciones que emergen (derivan) de las directamente entrenadas son simetría (BA y CB), transitividad (AC) y equivalencia (AC).
Como puede verse en el siguiente esquema, las líneas continuas indican las relaciones directamente entrenadas, y las líneas discontinuas muestran aquellas relaciones que se derivan del aprendizaje anterior. Es decir, se quiere enseñar a un niño que “uno” es “1”, y que “1” es “one” (relaciones entrenadas). Lo que ocurre a continuación es que se deriva que “1” es “uno”, que “one” es “1”, que “uno” es “one” y que “one” es “uno” (relaciones no entrenadas).
Aunque este tipo de relaciones han sido bastante estudiadas en niños y adultos, poco se sabe acerca de ellas en las personas mayores. En un estudio de Pérez-González y Moreno-Sierra (1999), se comprobó que las personas mayores (con edades comprendidas entre los 66 y 74 años), también aprenden las discriminaciones condicionales sólo que a un ritmo más lento (necesitan más ensayos), si se les compara con los jóvenes. Es decir, una persona adulta necesitó entre 27 y 45 ensayos (hasta conseguir el criterio), y los ancianos entre 123 y 284 ensayos.
Por otro lado, también se han realizado estudios con personas diagnosticadas con Alzheimer en grado severo utilizando el procedimiento de relaciones de equivalencia (ej. Steingrimsdottir y Arntzen, 2011). Se comprobó que estas personas sí aprendían, pero sólo las relaciones directamente entrenadas. En la prueba no consiguieron derivar las nuevas relaciones a partir de las que habían aprendido. En el resto de ellas (fases de prueba), los participantes no consiguieron aprenderlas. En el ejemplo explicado anteriormente, los sujetos no aprendían que “1” es “uno”, ni que “one” es “1”, ni que “uno” es “one” y ni que “one” es “uno”.
Cabe destacar una investigación (Gallagher y Keenan, 2009) que se realizó utilizando el procedimiento de las relaciones de equivalencia, pero midiendo el deterioro cognitivo con el Mini Mental Status Examination (MMSE). Este tipo de pruebas se utiliza para realizar una evaluación rápida del estado de los procesos cognitivos de las personas. El MMSE consta de 11 preguntas, con un total de 30 puntos. Esta prueba indica deterioro cognitivo a partir de 24 puntos o menos. El estudio realizado por Gallagher y Keenan mostró que las personas que puntuaban 27 o más en el MMSE resolvían las relaciones de equivalencia sin problemas. Pero quienes puntuaban por debajo de 27, no conseguían derivar estas relaciones.
Por lo tanto, la pregunta que surge ahora es: ¿qué ocurre entre las puntuaciones 27 y 24 del MMSE, que esta prueba no es sensible, y sin embargo las relaciones de equivalencia si? Pero, ¿qué es lo que registra?
A raíz de estas cuestiones, se planteó realizar una investigación para intentar averiguar qué ocurre. Se pretende comparar a personas mayores de 65 años sin deterioro cognitivo (24 o más en MMSE) y personas con deterioro cognitivo (24 o menos en MMSE), en una tarea de aprendizaje utilizando el procedimiento de relaciones de equivalencia.
Pilar Cáceres Pachón
pipicp89@gmail.com
Referencias
Gallagher, S. y Keenan, M. (2009). Stimulus equivalence and the Mini Mental Status Examination in the elderly. Europeanjournal of behavioranalysis. 10(2), 159-165.
Pérez-González, L. y Moreno-Sierra, V. (1999).Equivalence class formation in elderly persons. Psicothema. 11(2), 325-336
Sidman, M. & Tailby, W. (1982). Conditional discrimination vs. matching to sample: An expansion of the testing paradigm. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 37, 5-22.
Steingrimsdottir, H. y Arntzen, E.(2011). Using conditional discrimination procedures to study rememberingIn an alzheimer’s patient. Behavioral Interventions, 26, 179-192.