Hace algún tiempo escribí sobre la posibilidad de que el proceso subyacente a la selección natural de las especies (tanto las especies como los comportamientos de éstas son productos de la selección natural, los separamos por conveniencia) y al aprendizaje o selección de respuestas y conductas siguiera un proceso algorítmico. Una vez planteada esta posibilidad podríamos incidir un poco más en este idea y ver cuáles son las restricciones o condiciones necesarias para que se desarrolle este proceso.
Esto no ocurre porque el proceso de selección natural es aleatorio pero acumulativo. Es decir, las variaciones que resultan ser adaptativas (en visión retrospectiva) se seleccionan y pasan de generación en generación. Por eso, el moldeamiento del ambiente hace que las estructuras adquieran más complejidad. Richards Dawkins ilustra esta magnífica idea en su libro el relojero ciego.
Luis Ignacio De Amores Cabello.