El efecto Pigmalión recibe el nombre de un mito en el que
Pigmalión, un rey griego, se enamora de una estatua hecha de marfil pero por él
mismo, que trata como si fuera real, y a la que Afrodita, diosa griega del
amor, da vida, convirtiéndose entonces en una mujer de carne y hueso con la que
posteriormente se casará.
El efecto Pigmalión, también conocido como “profecía autocumplida” o efecto Rosenthal (por los experimentos de éste psicólogo en el ámbito educacional), hace referencia, como queda reflejado en el mito, a las consecuencias producidas por nuestras propias expectativas, como por existencia de estereotipos, que luego cobran realidad como surgidas independientemente de nuestras creencias.
Antes de continuar vamos a dejar claro a qué nos referimos
cuando hablamos de estereotipos y expectativas:
Estereotipo es una imagen o idea aceptada comúnmente por un
grupo o sociedad con carácter inmutable, que no siempre es completamente real.
Expectativa es lo que esperamos que suceda si una persona se
comporta de determinada manera, sus expectativas se derivan de la experiencia
previa en situaciones similares.
Este efecto se ve reflejado con una mayor claridad en el
experimento conocido como “Pigmalión en el aula” realizado por Robert
Rosenthal, en el que se muestra como las expectativas de los profesores hacen
que se favorezca el aprendizaje de unos alumnos frente a otros.
El estudio consistió en informar a un grupo de profesores de
primaria que a sus alumnos se les había realizado un test que evaluaba sus
capacidades intelectuales. Luego se les dijo a los profesores cuáles eran,
concretamente, los alumnos que obtuvieron los mejores resultados. Se les dijo
también que era de esperar que estos alumnos destacados en él fueran los que
mejor rendimiento tendrían a lo largo del curso académico. Y así fue, al
finalizar el curso, ocho meses después, se confirmó que el rendimiento de estos
“muchachos especiales” fue mucho mayor que el del resto.
Lo interesante de este caso es que en realidad jamás se realizó tal test al inicio del curso. Y los supuestos alumnos brillantes fueron un 20 por ciento de chicos elegidos completamente al azar, sin tener para nada en cuenta sus capacidades.
¿Qué ocurrió entonces? A partir de las observaciones en todo
el proceso de Rosenthal y Jacobson se constató que los maestros se crearon una
tan alta expectativa de esos alumnos que actuaron a favor del cumplimiento de
la misma. De alguna manera, los maestros se comportaron convirtiendo sus
percepciones sobre cada alumno en una didáctica individualizada que les llevó a
confirmar lo que les habían dicho que sucedería.
¿Qué sacamos de todo esto? Según lo que acabamos de ver entendemos que las consecuencias del efecto Pigmalión puedan ser buenas o malas, podemos hacer que unos niños tengan mejores notas a final de curso o que si nos dicen que la gasolina se va a acabar, la mayoría de los conductores decidan llenar los depósitos por si es verdad, haciendo que disminuyan aun más las reservas.
Nuestras creencias influyen sobre los datos que seleccionamos la próxima vez, nos sirven para diseñar nuestro futuro y, si tomamos un juicio como si fuera una "realidad" se generarán actos que confirmarán el juicio inicial.
Es importante darnos cuenta de esto, ya que nos pone en antecedente de lo que podría pasar, siendo más fácil prevenirlo.
Y para el que prefiera ver una película para comprender un
poco mejor este efecto, dos recomendaciones son “My Fair Lady” y “Pinocho”.
Referencias
Rovira, Á. (2011). La buena vida. Madrid: Santillana.
Justo, I. y Tomás, F. (2005). Pigmalión o el amor por
lo creado. Valencia: Anthropos
Editorial.
Cosacov, E. (2007). Diccionario de términos técnicos de
la Psicología. Córdoba: Brujas
Santana, S. (2007). Ni tan malos como creemos ni tan
buenos como debiéramos. México:
Panorama.